No es que sea falta de inspiración, no. Es el mal rollo que alguien te contagia, o esa sensación de que el mundo ya no está para bromas.
Pero esos días, nos solemos proponer un pacto: sin previo aviso, y sin que nadie se de cuenta, al primer síntoma de que el mal humor nos está ganando la batalla, nos encontramos allí. Allí donde solemos juntarnos. Entonces, nos damos ánimos: que si estás más delgado, que si tú estás más joven, que si a ti te está creciendo el pelo, que si estás más gracioso…
Nos contamos algunos chistes que conocemos de memoria, aun que fingimos reírnos como si fuera la primera vez, y así, pasamos el rato. Hasta que, finalmente, alguien hace la pregunta; ¿se puede ver cada día el lado bueno de todo, aún con la que está cayendo?
Si, si se puede.
(Homenaje a Miguel Gila)
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